El Deslave
Yo que efectivamente crecí en zona de altos riesgos, sé decirles con certeza que prefiere uno dejarse ir con sus paredes, con sus pisos, prefiere uno dejarse caer con tanto cuadro y con tanto tapete. Asumir que todo está bien, hasta que no, hasta el segundo último.
Esa cárcel, el no saber para dónde agarrar, también es una situación mental. Para salir, deben aflorar desconocidas conciencias, mismas que han sido evitadas y no se han querido enfrentar, acaso como ficción, como cosa lejana serán reconocidas.
Cada block es un trancazo y con lágrimas han sido pegados. Para soltarlos hay que tener la seguridad de estar salvando lejanas felicidades. Desconocidos proyectos. Y quién tiene ya el valiente tiempo para declararse vulnerable.
Pero muchas cosas se pueden hacer en zonas de alto riesgo.
Mientras llueve en una zona de alto riesgo puede uno elevarse y soñar con los nocturnos de Chopin.
Escuchar siempre a Mozart y a Beethoven en una zona de alto riesgo, mejor si mientras llueve.
Confundir los fotogramas de la noche mientras cae Stardust Memories, Hitchcock en múltiples reproducciones. Aguaceros pesadilla después de Kubrick; en zonas de alto riesgo.
Se deben buscar todos los astros, todas las galaxias, toda nebulosa, cuánta obra de van Gogh sea posible y compartirla, con los más pequeños de una casa en alto riesgo compartirla, mejor será claro, cuando llueve.
Se puede descubrir del cine la nueva ola
a Chaplin
a Bergman
a Coixet
a Woody
qué alto es el riesgo.
Se debe escribir en una zona de alto riesgo. Más de alguna cosa ridícula habrá que escribir en una zona de alto riesgo.
En una zona de alto riesgo se debe cantar.
Recordar, quizás, un baile.
¡Regresar con una foto a una zona de alto riesgo!
Yo que efectivamente crecí en una zona de alto riesgo, sé decirles con certeza.