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Siempre

Siempre fue un verdadero deleite escuchar cada exposición del Honorable Juez Gálvez. Alguna oportunidad me dí para sintonizar sus audiencias, de seguír todas las aristas que estaría abriendo, rastreando con él, cerrando aquí, conectando allá. Lo disfruté.

Honorable Juzgador

No quedaba más que ignorar a los incautos que solo querían una sentencia, una determinación final de golpe. Se quejaban, ladraban ellos, como si estuvieran obligados a escuchar, como si les debieran, a los perros sarnosos, la sentencia. Poco sabían que el verdadero néctar del asunto, sucedía en sus narices: La justicia, aprendimos todos, cuando se imparte, va en dos vías.

Pruebas morales

Ya antes en la vida, he sido alertado acerca de las pruebas morales a las que se enfrenta el ser humano en lo más alto de la ambición, en lo más alto del poder. En ese lugar, dichas pruebas deben ser feroces, las trampas deben estar en todos los lugares, minas ocultas a punto de estallar con cada paso. Esto poco se advierte, no se menciona, nunca se acepta, menos se empatiza y así nos va.

Si algún día he de ser juzgado*
que sea por el Honorable Juzgador  
Y no alegaré últimos años de juventud 
condicionadas libertades
duras soledades 
prisiones domiciliares 
ni falsos honores
Si algún día he de ser juzgado*
que sea por el Honorable Juzgador.

*El presente texto no constituye aceptación de culpabilidad(es) ninguna(s) por parte del autor en cualquiera de su(s) forma(s) futura(s) o pasada(s).